Skip to main content

Camino de Santiago 2016, experiencia inolvidable

{pgslideshow id=57|width=640|height=480|delay=2000|image=L}

Cuando nos comunicaron la idea de hacer el camino, surgieron distintas dudas, podremos o no, será muy duro, miedo a quedarte atrás por cualquier razón, pero un grupo de 27 chicos y chicas nos lanzamos a esta aventura. A medida que se iba aproximando los días personalmente sentía hasta miedo por no saber si iba a poder enfrentarme o no, sin pensar que eso no era lo importante. En la primera reflexión nos dieron la opción de hacer el camino de varias formas, como turista o como peregrino, nuestra preocupación no era ver Santiago y pasar los días por allí de turismo, nuestro verdadero objetivo era hacer esta experiencia juntos y sacar lo máximo posible de cada uno. En mi opinión pienso que todos hemos descubierto una parte de nosotros mismos que no sabíamos que existía con sentimientos y valores que van saliendo día tras día como el compañerismo ayudar al otro para seguir adelante, la responsabilidad, agradecer los detalles, las nuevas amistades y han sido sentimientos y valores que han aflorado por si solos, cada día había algo nuevo, otra oportunidad para aprender, ayudar o agradecer. Mientras que el día que partíamos en autobús no conocíamos a mucha gente incluso aspectos de nosotros mismos, hemos vuelto siendo una familia y conociéndonos mucho mejor así mismos. Cada persona hace su camino como quiere, todo depende de tu actitud, las ganas y el compañerismo. En mi caso una persona a la que le he cogido mucho aprecio en estos días cuando partíamos hacia Sarria jamás pensaría que iba a tener confianza y que nos íbamos ayudar la una a la otra, por eso hay que dejar que el camino vaya sorprendiéndote día tras día y valorando las cosas que te da. Pienso que lo repetiría más veces porque sé que nunca va ser igual que el anterior siempre van a surgir nuevas amistades, sentimientos y es una gran oportunidad para una reflexión propia y descubrirse a uno mismo dar a los demás lo mejor de ti.

                                                                                por Nazaret Morales Hernández