Se trata de un arbusto de hoja perenne originario del sureste de Australia que puede llegar a alcanzar los cuatro metros de altura; perfectamente adaptado a nuestro ambiente, tolera sin problemas los rigores del verano y soporta los fríos invernales. Entre sus virtudes destaca la capacidad que posee para crecer y desarrollarse en suelos de baja calidad, donde otras especies no prosperarían; únicamente precisa riegos moderados en verano y exposición directa al sol.
La floración del calistemon resulta realmente llamativa, pues a mediados de primavera unos penachos cilíndricos intensamente vistosos, formados con multitud de minúsculas florecillas de tonos carmesí vestirán los extremos de los tallos de la planta, arqueando su estructura y generando una imagen bastante original. Tras la floración conviene practicarle una poda moderada.
Vistosidad, originalidad, sencillez, resistencia, algo de exotismo y bastante encanto decorativo, son las cualidades que mejor definen esta planta.